

Una propuesta de la discográfica Columbia, llevó a Los Gofiones a grabar en Madrid su segundo álbum. Finalmente, se completó repertorio para editar también el tercero, “En las raíces de pueblo”. La grabación incluye nuestra primera versión de “Cabra loca”, de Néstor Álamo, la “Isa parrandera” con su característica introducción y la interpretación de los hermanos García-Beltrán. Junto al tradicional “Arrorró” y el popular “Sanjuanito”, destaca el “Canto al mar”, coautoría de Pedro G. Lino y “Campanas de Vegueta”, del gofión José María Millares, actualmente una de las canciones más populares de Canarias.
Cabra loca, cabra loca y el cabrero que las guarde, que si yo fuera cabrero... ¡Ah, mal rayo la cabra! Perro, búsquela; ‘chá pasquí, pasá pon simba, jaira, chate jay. La cabra que al monte tira aunque le pongan pateras, siempre jalará pa'l risco nunca pa' la carretera. Fielatero no dispares que no traigo contrabando, sólo unos ojitos negros que me están desesperando. La mujer cascabelera es como la cabra loca, que salta de roca en roca pero en ninguna se queda. Si quieres vivir feliz y la vejez alcanzar, nunca guardes cabras locas y recuerda este cantar: Cabra loca, cabra loca y el cabrero que las guarde, que si yo fuera cabrero, cabras locas no gardare. Otra “vei”, ¡ah, mal rayo el perro! cha pasquí, pasá pon simba jaira, chate jay.
Ayer por la calle te vi y hoy me niegas, tú que nunca. Dime qué te dijo el cura cuando le hablaste de mí. Tu madre tuvo la culpa por dejar la puerta abierta y tú también la tuviste por no querer estarte quieta. Me han obligado a cantar y yo me encuentro sorimba y no puedo averiguar dónde largué la cachimba. Ellos eran siete y nosotros ocho, vaya una “jalá” la que nos pegaron ellos a nosotros. Yo que era el más fuerte y él que era el más flojo, si no me lo quitan, me cago en su padre, me saca los ojos.
Mar grancanario bravío, mar atlántico, mar mío, azul, azulado mar, déjame besar la espuma que envuelve la suave bruma de tus olas al llegar. Bate fuerte el farallón que hasta la roca suspira y en la playa se adormila en su tranquilo rumor. Mar de mi tierra morena, mar agitada o serena, de La Aldea al Confital, vuelvo a gozar de tus playas, de las olas que desmayan oro, espuma y oro y sal. Ya se acerca el vendaval, van a encresparse las olas, quiera Dios que la farola nos pueda pronto alumbrar. ¿Quién no llora el no tenerte? ¿Quién sus lágrimas no vierte si ha tenido que emigrar? Y no sentir el bramido de tu cuerpo embravecido en la roca al estallar. Por eso, casi llorando, quiero besarte cantando porque te he vuelto a encontrar. Aunque marché de emigrante, si mucho te quise antes, hoy te quiero mucho más. Munca te podré olvidar, tu recuerdo va conmigo. ¡Ay, Atlántico bravío, de mi tierra eres el mar!
Barrio de Vegueta, barrio donde nací, Torre de la Audiencia de San Agustín. Las más alegres campanas de nuestra Catedral, donde la Plaza Santa Ana al aire se echó a volar. Al mar, al mar, repican, repican. Barrio de Vegueta, barrio de mi niñez, hoy me traes tristeza, recuerdos de ayer.
Noche de San Juan bendito alumbrada por hogueras, ecos de las caracolas rodando por las laderas. Las brujas por esta noche no tendrán que cabalgar, que le quemaron la escoba que barría en el pajar. Tres duraznos peladitos, bajo la cama has de echar, los quereres de tu novio los duraznos te dirán. Plomo al fuego derretido en el agua lo echarás, con las figuras que forme lo que ha de ser te dirá. En el agua del estanque temprano te has de mirar, si el agua estuviera turbia un año no vivirás. Alborada mañanera en la noche de San Juan, voz que canta tempranera a tu amor lo nombrarás. Salten, niñas casaderas, fuego del señor San Juan, la que no se salte el fuego soltera se quedará.
Qué bonita es Lanzarote con su Charco San Ginés, con el puente de las bolas y el castillo San Gabriel, En ti, hechicera del amor, en ti puse todo mi querer, a unos ojos negros yo me consagré. Quítate del sol, Magdalena, quitate del sol, que te quemas. Asoma, niña, a tu balcón que ya ya el sereno cantó las dos. Asoma, niña, ya sea otra vez que ya el sereno cantó las tres. En ti, hechicera del amor, en ti puse todo mi querer, a unos ojos negros yo me consagré.
Este sirinoque lo bailo yo aquí, mañana a la noche te acuerdas de mí. Buenavista me conquista, Velhoco me da pesar, malhaya Breña Baja donde vine a enamorar. Lagarto verde “rayao” “sorroballao" en el risco, desgraciada la mujer que te mire pa'l “jusico”. Y este sirinoque y ahora si va bueno, que hay que repicarlo del aire pa'l suelo. Bailen derechitos no bailen cambaos que diga la gente que están jorobaos. Eres como el “jigo” negro que crece al lao'el camino, que todo el que pasa palpa y así se madura el jigo. Tu madre estará orgullosa de tener un hijo fino, cuando debiera tener en el chiquero un “cuchino”. Y sigan y sigan y vayan siguiendo, que esta sirinoque se está divirtiendo, Un borracho se murió y dejó en el testamento: que me entierren en la parra para chupar del sarmiento. Si fueres a San Amaro mira que el santo es bellaco, allí fueron mis dos hijas, fueron dos vinieron cuatro. Hacerse los mozos de allá para acá que este sirinoque se va a terminar.
Qué tristeza siente el preso cuando le van a decir que su madre es la que ha muerto y no lo dejan salir a darle el último beso. Tienes la cara morena, pelo blanco y ojos negros y entrada la cintura, ¡ay, mi niña, eres un sueño! Que cuadro más imponente el ver a una madre muerta y cuatro niños que lloran gritando tras de la puerta ¡despierta madre, despierta! Al subirte a la guagua te vide las pantorrillas. Qué encachazadas las tienes, lávatelas, Mariquilla.
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