Un frío día de invierno nos sorprendió la noticia. Mañana del jueves 18 de enero. De repente los mensajes se sucedían sin cesar ante la incredulidad de lo que no, por de alguna manera esperado, pareciera ser verdad. Nos malacostumbramos desde chicos a ver a aquel señor de porte y voz bravíos, en aquellos primeros programas de Tenderete que nos descubrieron un folclore hasta entonces desconocido para la gran mayoría, en aquellos programas que, en blanco y negro, nos descubrieran voces del pueblo a la postre míticas. Nos malacostumbramos a verlo ser voz del grupo al que contribuyera a crear; voz de sus Gofiones. Nos malacostumbramos a ver que, aunque la vida pasara, las personas pasaran, él se mantenía con la dignidad que solo mantienen los grandes.
Hombre de firmes convicciones pero también de gustar escuchar, tuvo la virtud de inculcar con su ejemplo y consejos unos principios que influirían determinantemente en la pervivencia de un sueño convertido en realidad, un sueño llamado Los Gofiones. Igual que llega el momento en que el padre confía en la madurez del hijo para dejar que vuele, Perico supo con los años, no solo confiar en quienes venían a escribir nuevos tiempos, sino evolucionar además de artísticamente, en la contribución a la imprescindible cohesión entre las diferentes generaciones que han ido integrando esta agrupación hasta el día de hoy, haciendo gala de la especial cordialidad que lo distinguía.
Hombre de compromiso, mantuvo con tesón e ilusión encomiables el a veces exigente ritmo de ensayos y actuaciones del grupo hasta el pasado mes de agosto cuando, en el marco de las Fiestas de San Lorenzo de la capital grancanaria, fuera el último concierto de Los Gofiones donde se escuchara su voz. Cuarenta y nueve años ininterrumpidos de compromiso, de ejemplo, de cantares, de vivencias. La tristeza por no celebrar los 50 años de vida de Los Gofiones no puede empañar el inmenso cariño y respeto que le demostró la sociedad de Gran Canaria y de Canarias. No había lugar donde a Perico no se le acercaran muchas personas para expresarle de alguna forma su reconocimiento.
La noticia ya era un clamor. Los medios se movilizaban. Cómo contener la tristeza. Cómo asimilar todo esto. El reconfortante encuentro con tantos y tantos que lo conocieron, reconocieron o disfrutaron. Compartir la pena y también el orgullo de sentir que por él aprendimos a amar un poco más nuestra música.
Nos deja uno de los últimos cantadores legendarios y un símbolo de la música canaria. Nos deja una de las voces de la memoria de nuestro pueblo. Su recuerdo estará necesariamente presente durante todo este histórico año de aniversario
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